Estudio comparativo
Apartado 1. Identificación o catalogación de las imágenes
Autor: Goya y Munch. Por un lado Goya, un pintor de gran fecundidad y creatividad que trató durante su trayectoria profesional diferentes movimientos artísticos (neoclásico, rococó, romanticismo,además de preludiar el expresionismo, surrelismo e impresionismo). El segundo autor se centrará fundamentalmente en la tendencia expresionista. La relación con Goya es que este preludia el movimiento artístico de la obra de Munch.
Fecha. Aquelarre 1819-1823 El Grito 1893. Las dos obras presentan un apreciable distanciamiento temporal. Goya se encuadra a principios del siglo XIX y Munch a finales del mismo.
Título. «El Aquelarre » y «El Grito». Semejanza: Los dos títulos presentan una estrecha y explícita correspondencia con las dos obras expuestas.
Estilo. Las dos obras pertenecen al mismo estilo. Pero sería conveniente matizar que Goya fue un precursor del expresionismo y que Munch, aunque más tardíamente, también dejó su influencia en el Expresionismo alemán. Ambas obras valoran lo interior, por consiguiente, el mundo exterior (la impresión, lo dado a los sentidos, lo positivo) se subordina al mundo interior del artista. Este hecho hace que el artista expresionista realice una síntesis interpretativa, es decir, interprete la naturaleza en función de las circunstancias de su estado anímico.
Técnica. Diferencias: Aquelarre. Óleo sobre revoco trasladado a lienzo (originariamente fue una pintura mural). El Grito, óleo y temple y pastel sobre cartón.
Dimensiones: Diferencia: Aquelarre 140 por 438 cm. Empleo del Gran formato, ya que en origen se pintó sobre una gran pared en la casa de la Quinta del Sordo. El Grito 91 por 74 cm; por tanto nos encontramos ante un cuadro de menores dimensiones.
Apartado 2. Descripción iconográfica y comparación
Goya. Reunión de brujas donde preside la reunión el macho cabrío o diablo. Las figuras que participan en «El Aquelarre» están dispuestos en un óvalo, similar al de la «Gallinita Ciega». Asimismo, se encuentran apelmazadas unas junto a otras, creando un efecto de masa y no de figuras juntas. El eje de simetría del cuadro es la mujer que viste de blanco a cuya izquierda se encuentra el macho cabrío (el diablo) totalmente negro. Entre estas dos figuras, que son la que presiden la reunión, se produce un contrates cromático (negro/blanco) que se podría interpretar como una reminiscencia estética del romanticismo. En la parte derecha del cuadro nos encontramos una mujer también de negro, sentada en una silla que contempla el aquelarre. Esta mujer podría ser Leocadia, la mujer que convivía con él en la Quinta del Sordo. Los rostros de los participantes en el aquelarre son feos y grotescos y se encuentran deformados. Este aspecto, aparte del rechazo de la belleza, nos indica que Goya no deseaba una representación naturalista y puramente mimética de la realidad, sino que, y esto es lo novedoso, elabora una síntesis interpretativa con la realidad exterior.
Munch. En este sentido, se asemeja a la obra de «El Grito», ya que en ella Munch también se aleja de la representación puramente imitativa de la realidad exterior y potencia los aspectos expresivos como vía de comunicación de la temática tratada, aunque para ello tenga que deformar la realidad. En el cuadro de Munch apreciamos un hombre en primer plano en una representación o actitud antinaturalista. Observamos que su cuerpo y su rostro, uno de los elementos que más atrae la atención del espectador, se encuentra totalmente deformado y se representa de forma esquemática (véase cara y manos). La figura nos está emitiendo un grito gigantesco que no solo provoca la deformación de sí mismo, sino también de toda la naturaleza que le rodea. Es un grito cósmico, desgarrador, trágico y angustioso. La angustia que emana el personaje es holística: impregna la totalidad de lo real. Este se sitúa sobre un puente o pasarela que marca la perspectiva del cuadro, y por detrás de él se observan dos personajes alargados y de canon desproporcionado. La figura principal presenta forma de llama, al igual que las lenguas de «fuego» que nos ofrece el cielo. Como consecuencia del grito el entorno marítimo y el cielo también se deforman, como si hubieran recibido la onda expansiva del mismo. A este hecho hay que añadirle el empleo del color donde Munch aplica una paleta cromática en la que junto al negro destacan las vivas tonalidades de azul, rojo y naranja: fundamentalmente en el cielo artificial, donde el crepúsculo se troca en violentas llamaradas de rojo y naranja intenso.
Los temas abordados por ambos pintores son diferentes pero reflejan una cierta similitud, en cuanto nos hace percibir con intensidad emociones y sensaciones negativas, como el miedo o terror en el caso de Goya, o la angustia y la desesperación en el caso de Munch. El planteamiento de la temática es similar, ya que se rigen por la estética expresionista.
Los dos pintores crean un vínculo entre lo interior (sentimiento de terror, miedo, angustia…) y lo exterior; estando subordinado lo exterior, es decir, la naturaleza al mundo emocional e irracional de lo interior, de lo que se siente. En las dos obras se deforman los rostros. La diferencia es que en «El Aquelarre» son muchos rostros apiñados y apelmazados y en «El Grito» solo uno.
Apartado 3. Análisis formal de las obras
a) Composición:
En la obra de «El Aquelarre» (Goya) el elementos de composición que más define la misma es el óvalo por donde se distribuye la masa de figuras que componen el cuadro. Asimismo, este elemento compositivo otorga simetría a las mismas. Este óvalo delimita un espacio cerrado donde se concentra la acción: la reunión de brujas. Algo fuera de este espacio, pero participando de él, nos encontramos el macho cabrío, la mujer de blanco y la espectadora Leocadia, en una posición un poco más apartada. La geometría que proporciona el óvalo transmite «estatismo» a la escena.
En la obra de «El Grito» (Munch) el elemento de composición que más define la misma es la diagonal marcada por el puente o pasarela donde se encuentra la figura. Esta diagonal, a su vez, marca la perspectiva de la misma.
b) Estética
La línea. Goya en «El Aquelarre» emplea contornos finos y dentro de él pinceladas sueltas, someras, que no delimitan en exceso las figuras. La línea curva del óvalo es la protagonista, frente a las líneas verticales del macho cabrío, la mujer de blanco y Leocadia.
En «El Grito» de Munch el cuadro tiene dos partes muy diferenciadas: la parte marcada por líneas rectas, tanto verticales (las tres figuras), como diagonales (pasarela), y la parte derecha donde las líneas curvas son predominantes. Aunque es necesario indicar que la figura protagonista del cuadro también presenta ondulaciones. Las diagonales y las curvas obligan al espectador dirigir su mirada por toda la obra. Y otorgan además dinamismo a la composición, en contraposición de «El Aquelarre» de Goya que es mucho más estática; este fenómeno hace que nuestra mirada se centre y se enfoque en el óvalo de la composición.
Asimismo, la diagonal trazada por el puente es muy acusada, de tal forma que traslada nuestra mirada desde el primer plano del cuadro hasta el fondo del mismo de una forma rápida, y viceversa. este hecho hace que nos encontremos ante lo que se denomina una perspectiva acelerada.
El color. En la obra goyesca se acentúa el efecto aterrador empleando una paleta sucia (abandona la imprimación rosa) donde el uso del negro se hace dominante. Las manchas de blanco que aparecen veladas sirven para traslucir sombras también oscuras; en el resto de la gama cromática se aprecian amarillos, ocres y pinceladas azules. En esta obra el empleo de la paleta oscura acentúa el desasosiego de esta escena macabra.
En Munch la paleta cromática se encuentra marcada por un contrate acusado entre una gama cálida (rojo, naranja) y otra fría (azul). En esta obra los colores son más antinaturalistas que en Goya, ya que la relación de los colores con la realidad es puramente expresiva o simbólica, sin conexión alguna con la realidad.
La luz. En «El Aquelarre» la luz imprime de fuerza la escena, y se concentra sobre todo en el primer plano del cuadro (lugar donde se aprecia un mayor dinamismo).. De igual forma se emplea el claroscuro, lo cual dota de mayor verismo o realismo a la representación (véase el claroscuro de la mujer de blanco).
Por otra parte en «El Grito» de Munch la luz es antinaturalista y no se emplea el claroscuro. De hecho no se aprecia un foco concreto de luz.
Aunque empleen las dos obras el estilo expresionista, la de Goya ofrece mayor realismo que la de Munch.
Para Munch supuso también adelantarse al Expresionismo alemán de principios del siglo XX.
Apartado 4. Características del autor/a y del estilo. Valoración de las obras.
En sus propias trayectorias: Para Goya las Pinturas Negras supuso un nuevo impulso creativo en su trayectoria artística.
Para Munch supuso también adelantarse al Expresionismo alemán. Según los críticos la obras de este autor en su primera etapa fueron las más intensas y emocionales, y a ella pertenece «El Grito».
Influencia para la posteridad. Goya se acercó a los postulados expresionistas casi un siglo antes de la llegada del Expresionismo alemán.
Apartado 5. Contexto histórico (político, socioeconómico, cultural y artístico)
Goya vivió en un periodo histórico caracterizado por las revoluciones liberales o político-burguesas, las cuales desmantelaron el Antiguo Régimen (sociedad estamental, absolutismo monárquico…). Este contexto propició la aparición de un arte rupturista y revolucionario que influyó en el genial pintor, aunque su enorme talento, imaginación y creatividad superó los condicionantes estéticos de su época.
El contexto histórico de Munch estuvo condicionado por la segunda fase de la Revolución Industrial y todas las injusticias sociales y desigualdades económicas que trajo consigo. Se considera que su tendencia a la expresión es el reflejo de la inconformidad que vivía la sociedad con respecto a esta situación. Munch vivió una época muy convulsa que abarcó desde 1863 hasta 1944, es decir, conoció la Iª y la IIª Guerra Mundial.